Capítulo V
§1º.-El descubrimiento y la conquista de América.
(i).-De las Indias.
Con palabra “Indias” (pluralización de India ya que éste era el territorio de referencia) se conocieron, hasta entrado el siglo XIX, varias regiones de Asia y América. El término fue introducido en Europa por Marco Polo, ya que atravesó el Sur y Sudeste de Asia al regreso de su segundo viaje.
Concepto original.
Los territorios conocidos por este nombre incluían no sólo la actual India dentro de la región del Indostán, sino también las regiones de Indochina e Insulindia, es decir, el grueso de las regiones denominadas actualmente Subcontinente indio y Sudeste asiático.
El término se popularizó hacia el siglo XIV, en que marinos y comerciantes europeos se abocaron a la exploración de estas regiones con fines mercantiles, centrados en especial en las especias, el algodón y el índigo, o materiales de joyería (diamantes, rubíes, perlas, corales, marfil), maderas finas como el sándalo, la teca, el ébano, la caoba etc.
El Mar de las Indias, era el antiguo nombre dado al Océano Índico.
Confusión tras el Descubrimiento de América.
En la Europa del siglo XV se ignoraba la existencia del continente americano, por eso las teorías que pregonaban la redondez de la tierra señalaban que uno podía llegar a "Las Indias" (India y países de Oriente), navegando hacia Occidente y así obtener los productos valiosos como las sedas, perfumes y piedras preciosas, otras especias como el clavo de olor, la pimienta y la canela, especies muy importantes para los europeos que les daba mejor sabor a las comidas y que debían traerse de Oriente.
Tras la llegada de Colón a América, se tomó inicialmente el territorio como parte de aquella región asiática, una confusión que no se desharía hasta que los estudios del cartógrafo florentino Américo Vespucio al servicio de España, demostraran concluyentemente que se trataba de un nuevo continente. A pesar de ello la ambigüedad del nombre perduró por más de 300 años, llamándose Indias tanto a América como a las regiones de Asia.
Para distinguirlas se usó Indias Occidentales para el territorio americano e Indias Orientales para los territorios asiáticos mencionados. Huella de este uso, hoy obsoleto, se conserva en la extendida denominación de «indios» para los pueblos nativos de América
Así pues, se aplicó este nombre a un continente que venía a estar casi en las antípodas de las verdaderas Indias. No es el único error de los exploradores, también el Océano Pacífico, por el particular contorno de Panamá era apelado "Mar del Sur".
Indias orientales.
Las Indias Orientales es el antiguo nombre que se le dio a las Indias de Asia, en oposición a las Indias Occidentales que eran una referencia al nuevo continente de América. Fue muy usado desde el siglo XVI al XIX y comprendía todo el Sudeste y Sur de Asia, desde Indonesia a la región del Indostaní. Sin embargo otras acepciones daban una equivalencia con el Sureste Asiático y otras restringían más aún su uso equiparándolas al archipiélago malayo como un sinónimo de Insulindia.
El término Indias Orientales está asociado con la colonización europea, para ello se instituyó múltiples compañías que comenzaron con fines comerciales monopólicos y luego devinieron en la explotación y dominio.
Entre las colonias estuvieron:
Indias Orientales Neerlandesas, actual Indonesia.
Indias Orientales Españolas, actual Filipinas.
Imperio británica Indias, actual India, Pakistán, Bangla Desh, y Birmania.
Indias occidentales.
Las Indias Occidentales se refiere comúnmente, a las islas del Caribe denominadas Antillas y Bahamas, y su uso es según la RAE "admisible siempre que no haya posible confusión con la denominación tradicional de todo el continente". Su uso es prácticamente un arcaísmo.
Tradicionalmente, el nombre fue dado a las posesiones europeas en los nuevos territorios descubiertos y por descubrir en América, y que se dio inicio con la llegada de Cristóbal Colón en el Siglo XV, quien por otro lado desconocía que en su viaje de circunnavegación había llegado a un Nuevo Mundo, en lugar de a las Indias.
De aquí deriva el título de Rey de las Islas y Tierra Firme del mar Océano que por tradición histórica está vinculado a la monarquía española.
Con la exploración y el mapeo del Nuevo Mundo por España, las más alejadas costas de Asia fueron llamadas "Indias Orientales" para distinguirlos de las nuevas tierras descubiertas mas próximas al Oeste, y que se denominaron “Indias Occidentales.” Las exploraciones y los estudios de cartografía extendieron la denominación de América en Europa para designar popularmente las nuevas tierras descubiertas.
Tierra firme.
Tierra Firme o Costa Firme (del latín terra firma, "tierra seca") en tiempos coloniales era el nombre que se le daba a Venezuela, al Istmo de Panamá y parte de los territorios de Colombia, que más adelante formaría parte del Reino de Nueva Granada. Originalmente se dio también este nombre a todos los territorios costeros septentrionales de América del Sur, desde las Guayanas a Panamá.
Territorios.
Al estar el término Indias Occidentales ligado a la colonización europea de América, la mayoría de reinos colonizadores circunscribieron el concepto al Caribe, por lo que en otros idiomas diferentes al castellano, Indias Occidentales y Caribe son sinónimos. Una relación de los territorios de Indias puede ser la siguiente:
Reinos castellanos de las Indias.
Indias Occidentales Neerlandesas.
Indias Occidentales Danesas.
Indias Occidentales Británicas
De los títulos indianos perteneciente a la corona de España.
El rey de España tiene siguientes títulos referentes a América:
Rey de indias occidentales y orientales.
Rey de las Islas y Tierra Firme del mar Océano.
Estos títulos reales las asumió el rey Carlos I en año 1521 en representación de los territorios del nuevo mundo.
Los monarcas españoles a partir de Felipe usaban titulo abreviado “Rey de las Españas e Indias”
Carlos I de España en año 1519 declaro que las Indias era posesiones no eran enajenables de corona de Castilla.
(ii).-Del descubrimiento y conquista de América por Europa.
A fines del siglo XV la Corona de Castilla aprueba el proyecto colombino de navegación del Océano Atlántico hacia el Occidente como parte de la expansión en que se encontraba empeñada España y que incluía la búsqueda de oro y especies y de una ruta hacia las Indias Orientales.
Las antillas.
Las primeras tierras descubiertas en 1492 fueron las de las Antillas y confundidas por Almirante Cristóbal Colón con tierras asiáticas. (Indias). A pesar de esta confusión geográfica que se mantuvo hasta la primera década del siglo XVI, las Antillas fueron integradas como parte de los territorios que constituían el área de explotación europea de fines del siglo XV.
La primera fundación en las Antillas fue la ciudad de Santo Domingo, que se convirtió en el núcleo de la primitiva ocupación española de América organizándose como factoría comercial de España.
Los conflictos originados por la lucha de intereses privados y estatales promovieron el reemplazo de Colón y la transformación de la factoría en colonia bajo la administración posterior. La experiencia de colonización en Santo Domingo, del mismo modo que la realizada anteriormente por España a mediados del siglo XV en las Canarias, resultó el primer ensayo de conquista y colonización española en América. Allí surgieron los puntos de partida de la administración colonial (cabildos, audiencias) que más tarde serían trasladadas al continente.
La dócil población aborigen antillana que practicaba una economía de plantadores, fue sometida a un duro régimen de trabajo, ya sea mediante la esclavitud generalizada o bien e través del sistema de encomiendas. La incesante búsqueda de oro y la explotación de yacimientos auríferos conseguidos mediante el abuso de la mano de obra aborigen, condujeron a un rápido y abrupto descenso demográfico en Santo Domingo, Por consiguiente se impulsó la conquista de islas cercanas (cuba, puerto rico, Jamaica) como fuente potencial de mano de obra.
Hacia 1530, el agotamiento de los yacimientos auríferos y la despoblación indígena tuvo como consecuencia la introducción de esclavos provenientes de África. Desde mediados del siglo XVI las Antillas se especializaron en la producción de cultivos tropicales y en la ganadería.
La introducción de la caña de azúcar favoreció el desarrollo de las plantaciones, que consistían en grandes explotaciones trabajadas por mano de obra esclava. Estas nuevas unidades económicas, que encontrarán su mayor desarrollo en los siglos XVII y XVIII, orientaron su producción al mercado europeo.
Tierra firme.
El descubrimiento del Darién, región comprendida entre el Golfo de Urabá y el Istmo de Panamá, fue el resultado de expediciones con fines mercantiles y de exploración iniciadas a principios del siglo XVI.
Desde 1509 la Corona impulsa la conquista del área, considerada potencialmente rica en oro y esclavos. Conflictos provocados por luchas internas entre las huestes conquistadoras sumados a una tenaz resistencia indígena, provocaron una ocupación inestable de la región. El descubrimiento del Mar del Sur (Océano Pacífico) en 1513, impulsó la búsqueda de una vía de acceso marítimo más rápida que conectara el Atlántico con el Pacífico, expediciones que realizarán posteriormente Solís y Magallanes.
El núcleo de la conquista y colonización de la costa atlántica trasladó al interior y posteriormente se fundó la ciudad de Panamá sobre la costa del Pacífico, desde donde se realizó la expansión hacia América Central Ístmica y hacia Perú.
A partir de ese momento Panamá cobra importancia como asiento de puertos intermediarios en el tráfico comercial de América y España, puerto que allí se concentraban fundamentalmente las exportaciones de metales preciosos peruanos que se transportaban por rutas terrestres hasta alcanzar la región de puertos del Caribe.
Nueva España.
Expediciones privadas de exploración y conquista que tuvieron por base a la isla de Cuba llevaron a cabo el descubrimiento del estado Azteca en 1a segunda década del siglo XVI.
Los Aztecas constituían un pueblo que había comenzado su expansión desde el Valle de México un siglo antes de la llegada de los europeos y que estaban intentando estabilizar una unificación políticas obre muchas otras poblaciones de alto desarrollo cultural. En el área mesoamericana se dieron las primeras comunidades agrícolas y un rápido desarrollo arquitectónico y artesanal desde el segundo milenio a.C.
La dominación azteca, si bien mantuvo intactas algunas autonomías administrativas en las poblaciones sometidas, fue resistida sobre todo por las onerosas exigencias tributarias. En ese sentido la llegada de los españoles ofreció una oportunidad de independencia a esas comunidades que se negaban a someterse al estado militarista azteca.
El éxito de las técnicas militares españolas y el apoyo de los pueblos descontentos con el dominio azteca provocaron el derrumbe del estado azteca. Inmediatamente los españoles organizaron un rápido dominio del área cultural azteca y de una numerosa población indígena que posteriormente fue repartida como recompensa militar entre los miembros de las huestes conquistadoras. La experiencia previa de la colonización en las Antillas favoreció el traslado a México de la encomienda corno institución de trabajo indígena para la explotación agrícola, minera y manufacturera, adaptándola a la nueva situación cultural y demográfica.
La exploración minera se inició tempranamente y se caracterizó por la gran dispersión de sus yacimientos ubicados en su mayoría fuera de los límites del antiguo imperio Azteca. A diferencia del caso peruano, en México se generalizó el trabajo indígena pago, limitando el servicio de trabajo obligatorio de los indígenas a un número reducido de actividades mineras.
En cuanto a la agricultura durante el siglo XVI sobrevivieron las mismas formas técnicas de explotación indígena prehispánicas pero se alteraron especialmente las estructuras económicas en cuanto a que los españoles exigieron una intensificación de la producción e impusieron reglas económicas distintas a las que tenían vigencia durante el período prehispánico.
Poco tiempos después comenzó la diversificación de la economía mexicana convirtiendo a Nueva España en el área más rica de toda América española: nuevos recursos económicos se explotaron en forma intensiva como la cría de ganado ovino y del gusano de seda, 1a instalación de ingenios azucareros, la difusión de la industria de paños para el consumo local, el cultivo de planta tintóreas (cochinilla).
En el siglo XVII comenzó a desarrollarse la hacienda como nueva unidad económica. Las haciendas, ingenios y obrajes se sostuvieron con mano de obra indígena que fue reinstalada de acuerdo a la localización de estos centros de producción y retenida en los mismos a través del endeudamiento (peonaje).
En Nueva España se dio un particular crecimiento del urbanismo (Valle de México, Puebla, Veracruz) y una magnífica arquitectura urbana colonial se desarrolló en los mismos. Estos centros urbanos fueron también grandes centros económicos en los que se concentraban las fortunas y a la vez resultaron activos mercados internos.
Venezuela.
El extenso litoral marítimo venezolano fue recorrido desde fines del siglo XV por expediciones que alentadas por la existencia de abundantes bancos de perlas y la caza de esclavos de tribus caribes, frecuentaron el área por más de treinta años con fines mercantiles. La mayor parte de la población aborigen que ocupaba las costas pertenecía a los grupos caribes quienes practicaban la antropofagia, motivo por el cual la Corona justificó su captura como esclavos.
El difícil panorama que presentaba el sometimiento de los caribes y diversos compromisos contraídos por la Corona española en Europa indujeron a la dirección de la conquista y colonización de Venezuela a la familia de banqueros Welser, de origen alemán, representando esta área un caso atípico en el contexto de la conquista hispanoamericana.
Encarada como una empresa puramente comercial, el gobierno de los Welser en Venezuela no condujo a su colonización, limitando su acción a la explotación económica de la región de Coro y a la explotación del occidente venezolano y del este de Colombia.
Recién desde mediados del siglo XVI la Corona retoma una política de ocupación definitiva especialmente en la región central. Los fértiles valles costeros, con una numerosa población indígena no belicosa y por lo tanto fácilmente encomendable permitieron el establecimiento de ciudades que aseguraron la colonización de esos territorios. Sin embargo, quedaron desocupadas extensas áreas hacia el sur y hacia el este. Esta discontinuidad en la ocupación territorial se mantuvo hasta el siglo XIX.
Colombia
Desde comienzos del siglo XVI empresas comerciales para la caza de esclavos indígenas exploraron las costas atlánticas colombianas pero el interés colonizador de la región sólo surgió a partir de 1525 con la fundación de dos ciudades sobre la costa del Caribe: Santa Marta y posteriormente Cartagena.
La obtención de oro en sepulturas indígenas cercanas a la costa y mediante el comercio con los aborígenes pusieron de manifiesto la existencia de ricas culturas en el interior del continente. La difícil penetración hacia el interior a causa de los obstáculos que presentaba 1a geografia se realizó a través de dos grandes vías: el valle del Magdalena y el del Cauca. Una expedición partiendo de Santa Marta exploró el río Magdalena y desembocó en la aislada meseta de Bogotá en pleno territorio de comunidades chibchas. Tras el rápido sometimiento de las mismas se produjo el encuentro con huestes que provenientes de Venezuela y Quito decidieron la fundación de Santa Fe de Bogotá núcleo de la colonización de Colombia. Otra expedición también partiendo del Magdalena se desvió para explorar el valle del Cauca sin que se realizaran asentamientos definitivos.
La necesidad de vincular Quito con Bogotá promovió la fundación de Popayán y Cali que se convirtieron en puntos intermedios entre la meseta de Bogotá y el área de Quito. La exploración del área del interior de Colombia en búsqueda del Dorado no se detuvo hasta fines del siglo XVI.
En consecuencia Colombia resultó un área de escasa cohesión territorial (costas del Caribe y del Pacífico, valles del Cauca y Magdalena, meseta de Bogotá, región selvática meridional y oriental) manteniéndose la desocupación de vastos territorios y 1a concentración de la escasa población principalmente en la costa y la meseta de Bogotá hasta el siglo XIX. La gran riqueza aurífera concentrada en las regiones del Atrato y el Alto Cauca fue explotada desde el siglo XVI y fue su principal recurso económico hasta mediados del siglo XIX.
Perú.
Como en el caso de la conquista de México, la conquista del Perú respondió al interés privado de huestes que se asociaron para emprender la búsqueda de metales preciosos. En el caso de México se tornó como base a las Antillas y en este caso a Panamá.
Confirmadas las informaciones sobre la existencia de un gran estado indígena al sur de Panamá en el área andina, la conquista se realizó desde 1531. El área andina estaba ocupada por pueblos de alto grado de desarrollo tecnológico desde mucho tiempo atrás, cuyos inicios se remontan al segundo milenio a.C., momentos en que aparecen las primeras aldeas de agricultores que van a localizarse en los valles costeros y en las tierras altas. A lo largo de 3500 años estos pueblos fueron desarrollando sobre una misma base cultural distintas sociedades con marcadas particularidades regionales. Uno de estos pueblos, los Incas, comenzaron una rápida expansión política desde el valle del Cuzco a partir del siglo XV y que fue interrumpida por la llegada de los españoles.
La rápida victoria militar española, obtenida por la debilidad del estado incaico conmovido en esos momentos por luchas internas y también por la superioridad bélica hispánica, permitió la inmediata sustitución de la administración de los Incas por la española.
Durante el primer siglo de dominación hispánica la agricultura intensiva, base de la economía de autosuficiencia de la población indígena, no se interrumpe pero se inicia una intensiva explotación minera que va a proveer de grandes cantidades de metales preciosos a Europa.
El reparto de mano de obra indígena encomendada a particulares constituye la primera etapa de la colonización del Perú la principal fuente de recursos económicos de los conquistadores. Los encomenderos, apoyándose en la organización indígena preexistente canalizan esa mano de obra hacia la producción de manufacturas (Tejidos, metalúrgica, etc.). De este modo se constituye una aristocracia encomendara que durante el siglo XVI se afianzó política y económicamente a costa de cruentas guerras civiles.
La necesidad de aliviar tensiones sociales provocadas por esas luchas internas condujeron al desplazamiento de huestes descontentas hacia áreas marginales del antiguo imperio incaico: Chile y Tucumán. La incorporación de Tucumán y Chile afianzan la seguridad del Perú mediante la extensión de la frontera meridional y la fundación de ciudades en esos territorios. En cuanto al área del Tucumán, su conquista se incluyó tempranamente dentro del proceso de ocupación del área andina. Tucumán se desarrolló como área intermedia entre el Atlántico y los principales centros mineros del Perú siendo su principal función económica la de proveer de alimentos, trasporte (mulas) y manufacturas a esos centros, en especial los localizados en el Alto Perú.
A partir de 1650 dentro de toda el área andina se produce una transformación social y económica debido por una parte, a los intentos de supresión de la encomienda que desde comienzos de la colonización se opone la Corona (Leyes Nuevas) y por otra parte, debido a la gran despoblación aborigen provocada por las nuevas formas de vida impuestas y las epidemias. En esta misma época comienza la valorización de la tierra y la mano de obra indígena adquiere un valor económico aún mayor que en la etapa de la organización del sistema de encomiendas, constituyéndose las haciendas como nuevas unidades económicas en el Perú.
Chile
La conquista de Chile está vinculada con el proceso de incorporación territorial que siguió 1a conquista del Perú. En 1540 grupos de huestes hispánicas residentes en el Perú emprendieron la conquista de Chile, alentadas por la difusión de la leyenda del Reino del Rey Blanco, en búsqueda de metales preciosos.
Posteriormente estas huestes comprobaron la ausencia de grandes cantidades de metales pero en su lugar encontraron una organizada resistencia indígena.
En consecuencia Chile representa un caso de pura conquista militar. La guerra contra los araucanos dio caracteres epopéyicos a los intentos españoles por imponerse en un dilatado y poco accesible territorio. Este hecho condicionó profundamente el poblamiento de Chile realizado sobre la base de la fundación de ciudades que resultaron verdaderos fuertes o enclaves militares y que quedaron muy aislados entre sí. Por lo tanto, la dispersión de las fuerzas españolas condujo a una conquista extensiva y poco segura, a tal punto que se puede decir que el área chilena recién alcanzó su estabilidad en el siglo XIX. La falta de vinculación entre las ciudades-fuertes sumado al aislamiento geográfico del área con respecto a1 Alto Perú y el Atlántico promovieron a mediados del siglo XVI la incorporación de las regiones de Tucumán y Cuyo a la gobernación de Chile. E1 intento de avanzar sobre el Tucumán fue rechazado por huestes hispánicas procedentes del Alto Perú y en consecuencia Chile sólo retuvo bajo su jurisdicción el área de Cuyo.
Cuyo proveyó de ganado y mano de obra indígena a las demandas de los centros mineros ubicados del otro lado de la Cordillera, y cuya incipiente producción metalífera se había iniciado a mediados del siglo XVI.
Río de la plata e interior del litoral.
El descubrimiento del Río de la Plata a comienzos del siglo XVI se vincula con la búsqueda del paso interoceánico que condujera a las Indias Orientales. Diversas leyendas difundidas en la región le atribuyeron supuestas riquezas metalíferas, realizándose los primeros intentos de conquista en la tercera década del siglo XVI.
El fracaso de este primer poblamiento por la carencia de metales y de mano de obra indígena dócil y abundante convirtió al Río de la Plata en un área marginal dentro del contexto colonial hispanoamericano. Simultáneamente, Asunción nucleaba el poblamiento español, alentado por la facilidad de acceso a una numerosa población indígena.
La vinculación de la ciudad de Asunción con el Atlántico se hizo imperiosa para su propio progreso: las fundaciones de Santa Fe y de Buenos Aires, aseguraron la ruta comercial con España y al mismo tiempo frenaron el avance de las huestes que, desde Córdoba, intentaban también una salida hacia el Atlántico.
Misiones jesuitas en Paraguay.
Diversas órdenes religiosas entre las que se cuenta la Compañía de Jesús promovieron dentro del contexto colonial hispanoamericano la creación de establecimientos coloniales en territorios aislados a fin de lograr la captación de comunidades indígenas mediante la actividad evangelizadora.
El estado español se mostró interesado en la cesión de territorios fronterizos para el desarrollo de la labor misional a fin de proteger inmensas regiones amenazadas por la presencia hostil de comunidades indígenas no integradas al sistema colonial español, o bien de otros rivales coloniales europeos.
En América del Sur las misiones jesuíticas se ubicaron en áreas limítrofes con el Brasil portugués, desde Ecuador hasta el Río de la Plata.
Por lo general se localizaron en zonas de asentamiento protegidas por la geografía, como las regiones selváticas o los bosques subtropicales. En América del Norte las misiones jesuíticas se instalaron en la región occidental y septentrional de México, incluyendo la península de California a fin de consolidar el dominio español en el área.
La experiencia misionera tenía como fin lograr el cambio cultural de las sociedades aborígenes hacia las formas de vida europea basándose en las formas indígenas preexistentes. Se suprimió 1a exigencia del servicio personal obligatorio y del pago del tributo.
La intensificación de las actividades agrícolas corno parte del programa misionero obtuvo éxitos espectaculares en aquellas comunidades que ya anteriormente practicaban la agricultura. Esta actividad agrícola y la introducción de la cría de ganado contribuyeron a un ascenso notable del nivel de vida de los aborígenes, que se manifestó en altos índices de vitalidad demográfica.
El carácter cosmopolita de la Orden Jesuítica le dio gran impulso a la actividad artesanal. Se importaron técnicas avanzadas europeas en 1a producción artesanal de las Misiones y con mano de obra indígena se obtuvieron producto de alta calidad tanto técnica como artística.
Todas las misiones tenían un mismo patrón de asentamiento. Cada misión constaba de un pueblo con una definida planificación integrada por calles, plaza, sectores artesanales y de viviendas, una extensión de tierras dedicada a la agricultura y tierras de pastoreo (estancias). Las grandes extensiones dedicadas a la cría de ganado producían un importante excedente de cueros que se comercializaba fuera del ámbito misional. Asimismo en las zonas climáticas apropiadas la yerba mate constituía otro de los recursos económicos importantes para las misiones.
Las misiones jesuíticas, en especial las del Paraguay, habían adquirido una organización militar como consecuencia de la constante amenaza portuguesa encarnada por grupos armados provenientes de la región paulista (bandeirantes) que buscaban capturar esclavos indígenas.
En 1767 el estado Borbón español expulsó del Jesuita de América entre otros motivos por temor a que aumentara la tendencia a la autonomía en lo político y en lo económico y de este modo la Orden Jesuita se convirtiera en un factor competitivo de poder.
Brasil.
El litoral atlántico del Brasil fue explorado por expediciones de origen español y portugués‚ desde los últimos años del siglo XV. A principios del siglo XVI Portugal dio carácter oficial al descubrimiento del Brasil a fin de legalizar la posesión de territorios ubicados al este de la demarcación de tratado de Tordesillas.
La carencia de metales preciosos desalentó la colonización portuguesa postergándola por más de tres décadas. Durante ese período la extracción del palo brasil fue el único aliciente para que se instalaran pequeñas factorías en las costas atlánticas a cargo de empresarios europeos.
Fracasado el sistema de colonización a través de las concesiones hereditarias (capitanías) la corona portuguesa emprendió la colonización efectiva del Brasil a mediados del siglo XVI, e1 poder político y administrativo quedó centralizado en la ciudad de Bahía y desde esta ciudad y la de San Vicente se impulsó la difusión del cultivo de 1a caña de azúcar que se había iniciado anteriormente con éxito en 1a región de Pernambuco.
Dos áreas bien definidas constituyeron los núcleos de la producción azucarera durante un siglo y medio: el nordeste (Pernambuco, Bahía) y el sur (San Vicente, Río de Janeiro).
El desarrollo del cultivo de la caña de azúcar en Brasil condujo a la creación de una economía agrícola de exportación basada en el sistema de plantaciones. Las plantaciones azucareras demandaban importantes inmersión de capital para la instalación de ingenios, grandes extensiones de tierra y una mano de obra dócil que trabajara en las mismas. La población aborigen de la región atlántica que practicaba una economía de recolectores resultaba poco apta para el trabajo organizado de las plantaciones. En consecuencia se incorporó una numerosa mano de obra esclava africana. La explotación azucarera quedo limitada en manos de una "aristocracia del azúcar" capaz de afrontar los elevados costos de producción que exigía el cultivo del azúcar, Brasil mantuvo el monopolio mundial de la producción de azúcar hasta mediados del siglo XVII cuando los holandeses y franceses iniciaron la competencia en las Antillas. Los holandeses habían intentado previamente la colonización del área de Pernambuco en donde por treinta años se dedicaron a la producción de azúcar hasta que fueron expulsados del Brasil por los mismos portugueses.
Una franja fronteriza en constante expansión hacia el interior fue sumando recursos ganaderos a las plantaciones e ingenios que presentaban tan pocos vínculos de intercambio entre sí.
Mientras tanto la escasa población del interior del Brasil se expandía en búsqueda de indígenas para esclavizar y de metales preciosos. La acción de esta población, conocida como bandeirantes, apoyó las pretensiones de Portugal por superar hacia el oeste la línea de Tordesillas.
E1 centro de estas expediciones de caza de esclavos fue la antigua misión de San Pablo que comienza a desarrollar una actividad azucarera desde mediados del siglo XVII y consecuentemente necesitaba mano de obra abundante. San Pablo cumplió también un papel trascendente como base para la expansión de Portugal hacia el Río de la Plata. En ese sentido la fundación de la ciudad de Colonia del Sacramento en la margen izquierda del Río de la Plata constituye uno de los intentos de Portugal por alcanzar el acceso directo al Río de la Plata.
En los últimos años del siglo XVII se produjo el hallazgo de yacimientos auríferos y de piedras preciosas en la actual región de Minas Geraes. Durante el siglo XVIII un gran movimiento migratorio proveniente de las áreas costeras condujo a la fundación de nuevas ciudades y a la vinculación de las distintas regiones económicas del Brasil que hasta entonces se habían mantenido como unidades productivas independientes.
El interior selvático de Brasil por sus condiciones de difícil acceso se mantuvo por dos siglos como región poco poblada y aún inexplorada en gran parte.
América Británica.
En la costa atlántica de América del Norte la colonización anglosajona se concentró en dos regiones: Virginia en el centro y Massachusetts al norte. Esta ocupación colonial se caracteriza por la continuidad de poblamiento a lo largo del litoral atlántico que perdure hasta las guerras de independencia.
La colonia de Virginia creada por una compañía por acciones pudo sobrevivir a las dificultades que presentaban los primeros momentos de la colonización gracias a la introducción del cultivo del tabaco. En pocos años el tabaco convirtió a Virginia en una colonia de monocultivo protegida por Inglaterra que monopolizó la comercialización de dicho producto.
En Virginia la distribución de tierras la realizó la compañía en forma directa a los colonos. En el siglo XVII las parcelas repartidas a los colonos fueron reuniéndose en pocas manos y de esa forma un siglo más tarde se consolidó el latifundio de plantaciones de tabaco al que se agregó posteriormente el cultivo de algodón. Estas grandes unidades de producción promovieron la distribución de la población en áreas rurales y consecuentemente no se dieron las condiciones para que aparecieran las grandes concentraciones urbanas.
De este modo surgió una clase dirigente de propietario de plantaciones que adoptó actitudes aristocratizante y señoriales intentando reproducir el estilo de vida de 1a metrópolis. Esta elite colonial de Virginia practicaba el anglicanismo (Religión oficial de Inglaterra.) y participaba activamente de la administración de la iglesia anglicana y de los asuntos públicos. La gran demanda inglesa y mundial de los productos coloniales fundaron las bases de una economía floreciente que alcanzará su apogeo en el siglo XVIII.
Estas circunstancias explican el desinterés de estas colonias en la participación del proceso de emancipación colonial y la tendencia al aislamiento de las colonias de plantaciones con respecto a los intereses políticos de las restantes colonias inglesas que surgieron como consecuencia de las guerras de independencia.
Al norte la región de Massachusetts se convirtió en el segundo centro de colonización anglosajona. Los grupos colonizadores que fundaron la colonia de Massachusetts que fue el núcleo originario de la región conocida como Nueva Inglaterra eran en su mayoría disidentes religiosos pertenecientes a diversas sectas del puritanismo. El puritanismo de Nueva Inglaterra afectó profundamente la vida económica, política y social de la colonia. La injerencia en la administración colonial por parte de los colonos fue dominante al punto que quedaba en manos de los colonos la elección del gobernador de la legislatura y la distribución de las tierras.
Generalmente obtuvieron tierras las congregaciones de la iglesia puritana. Sólo los propietarios de tierras tenían derecho a intervenir en el gobierno colonial constituyendo de este modo una pequeña oligarquía puritana de gobernantes que pretendieron mantener una comunidad socio-religiosa unitaria.
La pretensión de mantener esa unidad política-religiosa fue un factor de importancia en la colonización de Nueva Inglaterra, porque muchos colonos que se opusieron a la política o a la religión de la oligarquía de Massachusetts fueron expulsados y se vieron obligado a fundar nuevas colonias (Connecticut, New Haven , Rhode Island).
La especialización en la producción agrícola dio prosperidad económica a la región. Desde 1660 el comercio cobró una importancia cada vez mayor. Los recursos económicos de Nueva Inglaterra (pesquería, pieles, maderas, cereales) abrieron el intercambio con la metrópolis y con las colonias inglesas de las Antillas. El puerto de Boston se convirtió en el centro de intercambio colonial del norte. Los comerciantes fueron afirmándose económica y políticamente. A fines del siglo XVII reemplazaron a los magistrados puritanos en el orden político y económico.
Esta nueva clase social va a ser la promotora del movimiento de anticipación basada en los principios del liberalismo político y económico. La prosperidad económica de la región favoreció el crecimiento de su población, aumentada considerablemente por el aporte inmigratorio anglosajón.
La organización del espacio colonial del sur y norte de la costa atlántica se tradujo en lo económico en una clara diferenciación productiva entre ambas. En las primeras (Virginia, Maryland, las dos Carolinas, Georgia) se desarrolló una economía sustentado en la exportación del tabaco y del algodón cuya clase social y económica fue la plantación esclavista.
La esclavitud negra prosperó debido a dos factores: la expansión territorial del sistema de plantaciones y la dismunición de la mano de obra aportada por la servidumbre por contrato de origen blanco quienes terminadas sus obligaciones contractuales emigraban al norte y centro. De este modo la institución de la esclavitud quedó vinculada a las colonias del sur hasta la guerra de Secesión. En las colonias del norte prevaleció el minifundio, la vida urbana y el comercio diversificado de exportación. La mano de obra se componía en su mayor parte del trabajo familiar no remunerado y del contrato temporario de una mano de obra especializada muy cotizada.
Las colonias centrales de la costa atlántica (Pennsylvania, New York, New Jersey y Delawere) se caracterizaban por un predominio de la agricultura de cereales. Tan importante era esta producción que se consideraba a estas colonias centrales como el "cesto de pan" de las restantes colonias atlánticas. New York y Philadelphia evolucionaron rápidamente hasta convertirse en puertos cerealeros de primera importancia en el siglo XVIII. Ambas ciudades dieron origen a una clase comercial pujante que fijaba la cotización de los productos agrícolas dentro de incipiente sistema bursátil. Esta clase comercial dirigente se asoció en el siglo XVIII a los intereses emancipadores de las colonias del norte, ya que una política de librecambio les ofrecía la oportunidad de gravitar en el mercado mundial de productos agrícolas el que podían abastecer con un gran volumen de la producción agrícola.
Otras dos naciones europeas participaron en el siglo XVII de la colonización América del Norte: Holanda y Suecia.
Los holandeses se encontraban en la vanguardia del capitalismo comercial del siglo XVII. Sus métodos financieros se contaban entre los más desarrollados dentro del contexto europeo (sistemas de crédito, costos de flete, concentración y fluidez de capitales) y esta superioridad los había convertido en los dueños del comercio marítimo mundial. Las compañía por acciones de las Indias Occidentales y Orientales apoyadas por el Estado holandés‚s impulsaron la expansión colonial tanto en Oriente como en América. Dentro de este proceso encontramos la ocupación holandesa en Brasil, en el Caribe y también en la costa atlántica de América del Norte. La ocupación holandesa en América del Norte fue breve.
Y el núcleo más importante de esa colonización fue el puerto de Nueva Amsterdam (actual Nueva York) verdadero centro cosmopolita de intercambio comercial. La colonia de Nueva Holanda, como se denominó a los territorios holandeses en América del Norte, no significó un atractivo para el traslado de grandes contingentes migratorios de origen holandés‚ pero en pocos años los colonos de Nueva Amsterdam se adueñaron del tráfico ilegal de las colonias inglesas.
Por esta razón se entabla una guerra económica entre Inglaterra y Holanda que finalizará con la destrucción del poder holandés en América del Norte.
Más breve que la holandesa y sin dejar consecuencias económicas importantes la colonización sueca se centralizó en la región del río Delawere. Desde el punta de vista económica el rubro más importante fue el tráfico de pieles pero en pocos años los suecos fueron desplazados por el empuje holandés antes que éstos a su vez fueran desalojados por Inglaterra.
Canadá.
Los objetos de la expansión atlántica francesa coinciden con los que perseguían sus rivales europeas del siglo XVI: acceso directo al comercio de las especies, adquisición de metales preciosos.
La ocupación del Canadá se realizó a través de un poblamiento numéricamente reducido que, sin embargo, mantuvo una continuidad en la ocupación territorial. E1 extenso territorio oriental del Canadá estaba ocupado por diferentes grupos aborígenes, con distinto grado de desarrollo cultural.
Dentro de estos grupos, los aborígenes que practicaban una economía de cazadores caracterizada por una gran movilidad, no pudieron ser incorporados a un régimen de trabajo similar al que los españoles pudieron implantar en Mesoamérica y en el Perú.
En consecuencia, condicionada por la carencia de metales preciosos y de mano de obra indígena que pudiera ser empleada en actividades agropecuarias, la colonización francesa se volcó hacia la exportación de materias primas muy valorizadas en Europa desde mediados del siglo XVI.
La formación de compañías dedicadas al comercio de pieles, maderas y pesquerías, estuvo en manos de la iniciativa privada y su organización resultó similar a la de aquellas compañías que formaron holandeses e ingleses.
Cuando el estado francés profundizó su interés por la colonización del Canadá, introdujo formas semi-feudales de acceso a la propiedad de la tierra, desalentando la inmigración de vastos sectores de escasos recursos, hecho que constituyó el factor decisivo para el mantenimiento permanente de la colonización del Canadá.
A fines del siglo XVIII, el impulso explorador de misioneros jesuitas y de comerciantes de pieles, permitió la incorporación de la Louisiana, conectando el Golfo de México con el Canadá.
Tierras no colonizadas a fines periodo indiano.
Con respectos a las posesiones coloniales españolas en América, a fines de era indiana, solamente las regiones geográficas de la Patagona, el Amazonas, el Mato Grosso, y las actuales regiones de Chile de Araucania, Los Ríos, Los Lagos (Excepción de Chiloe), Aisén, y Magallanes en América sur, no fueron colonizadas por España durante colonia.
Con respecto América del Norte, gran parte de Oeste de los actuales Estados Unidos permaneció sin ocupar por parte España.
Gran parte de Oeste y norte de Canadá no fue posible su colonización por parte Inglaterra y Francia., permaneciendo desabitada por la colonización europea.
Todos estos territorios fueron ocupados y colonizados por los Estados Americanos durante siglo XIX y XX.
(iii).-La conquista de Indias por la corona de Castilla y la cuestión de Los justos títulos.
Introducción.
Al poco tiempo de iniciarse la conquista surgió la pregunta de si era legítima o no la presencia castellana en Indias. El inicio de este interrogante se había debido al sermón pronunciado por el dominico Fray Antonio de Montesinos el cuarto domingo de Adviento de 1511 en la isla de La Española; Montesinos denunciaba los abusos y excesos que los españoles estaban cometiendo con los nativos, tratándolos como si no fueran hombres.
La reacción de los conquistadores fue la denuncia de las palabras pronunciadas por el fraile dominico, por ver en ellas la negación del derecho de España a conquistar y dominar los territorios ultramarinos recién descubiertos y a someter a sus habitantes. Se había iniciado la controversia sobre si era legítima la presencia castellana en el Nuevo Mundo. La cuestión planteada inquietó a la corona y se estudió y reflexionó de forma profunda en las aulas universitarias. El problema de los “justos títulos” llevó a adoptar diversas posturas doctrinales favorables o contrarias a la conquista.
En 1512, a instancias del rey Fernando de Aragón, se reunía en Burgos una junta de políticos, teólogos y juristas con el fin de dictaminar si los títulos aducidos por España para la conquista y colonización de las Indias eran justos o no.
Entre los convocados por el rey católico destacaron el profesor de Teología de la Universidad de Salamanca, el dominico Matías de Paz y el jurista Palacios Rubios.
Las tesis que defendían se resumían en lo siguiente: primero, sólo en el Papa, como Vicario de Cristo y cabeza de la Iglesia, reside el poder sobre los infieles; segundo, todos los reinos están obligados a acatar la soberanía del Papa; tercero, la Iglesia por sí misma, o a través de algún príncipe católico, puede hacer la guerra a los infieles y dominarlos si no se acepta la autoridad del papado; los reyes de España, gracias a las bulas alejandrinas, tenían el derecho de dominar, esclavizar y exigir todo tipo de servidumbres y bienes a los infieles indios. Así pues, este planteamiento justifica el derecho de los reyes castellanos sobre América, por delegación de la autoridad papal.
La Junta convocada en Valladolid en 1513 acordó que para la realización de nuevas conquistas con autorización del Papa, sería suficiente saber que sus habitantes eran idólatras; la licitud de la guerra vendría dada por la lectura previa del “Requerimiento”, que pedía a los indios que obedecieran al Papa como representante de Cristo, y se sometieran al rey español; si los indios son resistían se les podía hacer esclavos y disponer de sus bienes.
El uso del “Requerimiento” empezó a recaer a partir de 1526, pues se buscaban nuevos títulos que justificaran el derecho del Rey Carlos I de Castilla (Carlos V) sobre la Indias; así, desde1530 de justifican las nuevas conquistas porque de esta manera aumentarán los súbditos cristianos del emperador; también se justifica la guerra contra los paganos que rechazaban el Evangelio y la Iglesia. Frente a este planteamiento legitimador, se alzara la postura radicalmente opuesta de fray Bartolomé de las Casas, denunciando los abusos cometidos contra los indígenas en su obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias, terminada hacia 1542.
El fraile dominico rechaza todos los planteamientos aducidos para justificar la presencia española en América. Los postulados lascasianos sostienen que los indios son seres plenamente humanos, racionales y libres que, una vez colonizados, había que considerar como súbditos de pleno derecho de la Corona Española, siendo sus deberes los mismos que los de cualquier español, no pudiendo ser reducidos a la condición de esclavos; para Las Casas las bulas papales sólo conceden a los reyes el derecho a organizar la evangelización, que debe ser pacifica y aceptada voluntariamente, sobrando toda práctica violenta que usurpara tierras y bienes que ya tenían dueño.
A las teorías defendidas por Las Casas, se opondrían las doctrinas elaboradas por Juan Ginés de Sepúlveda; entre1550 y 1551 ambos personajes se enfrentaron en una dura polémica sobre la aventura española en Indias; en esta disputa también participaron destacados juristas y teólogos de la Universidad de Salamanca tales como Domingo de Soto, Melchor Cano o el propio Francisco de Victoria; Sepúlveda afirmaba que existían unos hombres más racionales que otros; los más racionales , por su capacidad deben gobernar a los que no lo son; los españoles son más racionales que los indígenas, luego, como los españoles son superiores, es lícita la conquista americana y la dominación de sus pobladores, pero evitando toda violencia gratuita.
Los interrogantes, polémicas y debates sobre los justos títulos se extendieron también a las aulas universitarias españolas. La llamada Escuela de Salamanca, llegó a reconocer que junto a los derechos de los españoles también era evidente la condición humana de los indios, el derecho a ser bautizados y a disponer libremente de sus bienes públicos y privados. La polémica en torno a los “justos títulos” aún perduraría unos años más, pero el núcleo doctrinal para su resolución ya estaba elaborado.
Derecho de la monarquía castellana al dominio de las Indias.
El Derecho de la Monarquía Castellana-a hacerse con el dominio y propiedad de las Indias se basan en los justos títulos. Estos clasifican en títulos territoriales y títulos personales.
Los Justos Títulos Territoriales.
¿Cuál era el Derecho de la Monarquía Castellana-a hacerse con el dominio y propiedad de las nuevas tierras?
El problema radicaba en determinar cuales eran los precisos derechos de la Corona sobre las tierras descubiertas. Es decir, cuáles eran los derechos de soberanía que podían invocarse sobre las nuevas tierras para incorporarlas a la Corona Castellana.
Lo que pudiera parecer cuestión puramente formal, tuvo en su momento ciertas implicancias políticas y jurídicas de la mayor gravedad, debido a la existencia de rivalidades políticas entre el reino de Castilla y el vecino reino de Portugal y por la competencia marítima entre ambas potencias.
1º.-Tratado de Alcoçobas o Paces de Toledo (1479)
En 1479 se había suscrito en Toledo el Tratado Alcaçovas, llamado también Paces de Toledo, entre Castilla y Portugal, por el cual se establecía:
1).- La exclusividad portuguesa sobre la Costa Africana y las Islas Azores
2).- Se dejaba en poder de Castilla a las Islas Canarias.
Por su aceptación, Castilla renunciaba a la navegación ultramarina en los territorios de la costa occidental africana, sobre las cuales Portugal sostenía una proyección natural.
Castilla no mostraba especial interés en acceder a esos territorios en un tiempo en que aun no había resuelto la expulsión definitiva de los moros, pues aun quedaba el Reino de Granada por conquistar.
Portugal, en cambio, solo podía aspirar a territorios de ultramar, pues este reino ya había desalojado al moro que podía aparecer en su frente peninsular mucho tiempo atrás.
Con todo, Castilla mantenía en su poder el archipiélago canario.
Este tratado fue confirmado por el Papa Sixto IV, mediante la bula Aeterni Regis de 1481
Todo era razonablemente positivo para ambas partes hasta que el descubrimiento de las tierras americanas en 1492 desató un nuevo conflicto entre ambos reinos por la soberanía sobre las nuevas tierras
El rey de Portugal, Juan II, declaró que los territorios descubiertos por Cristóbal Colón pertenecían a Portugal, en virtud de las Paces de Toledo. Para ello alegaba que sus derechos sobre la costa occidental de África le darían a Portugal una proyección natural hacia Occidente.
Tal conclusión no fue tolerada por la Corona Castellana, que consideraba que:
1).- Las nuevas tierras le pertenecían por formar parte de su área de influencia.
2).- El Tratado de Alcoçobas no decía nada respecto de las tierras occidentales.
Por ello, de inmediato se recurrió al Papa a fin de confirmar su dominio.
Los Reyes Católicos hicieron valer ante el Papa los argumentos jurídicos tradicionales para justificar su dominio sobre las Indias:
El Descubrimiento.
Reconocido como un título válido para adquirir territorios.
La Ocupación.
Modo de adquirir el dominio de los bienes del Derecho Civil.
La Conquista.
Título bélico en virtud del cual el vencedor reclama las tierras del vencido.
La Guerra Justa.
Guerra realizada contras infieles o quienes realizasen prácticas irreligiosas.
La Donación, que solicitan al Papa en virtud de su condición de príncipes cristianos (habían obtenido el título de católicos por su defensa de la fe en la guerra contra los moros de Granada).
En respuesta, el Pontífice resolvió en las llamadas Bulas Alejandrinas, de 1493.
2º.-La Bulas Alejandrinas (1493)
El Papa Alejandro VI, de Borgia (procedente de familia de origen español), concedió a los Reyes Católicos el dominio de las Indias mediante una serie de Bulas conocidas como Bulas Alejandrinas o Inter Coeteras que en total fueron cinco. Las dos primeras bulas fueron las más importantes por lo que expresa su contenido. Las otras tres, fueron bulas menores.
a)-Primera Bula Inter Coetera o Bula de Donación.
El breve (documento pontificio de menor entidad que una bula) Inter caetera fue otorgado por el papa Alejandro VI con fecha de 3 de mayo de 1493 en favor de Fernando e Isabel, reyes de Castilla y Aragón
Este breve, redactado poco después del regreso de Cristóbal Colón de su primer viaje a América, se considera la primera y más antigua de las Bulas Alejandrinas. Se cree que fue escrito en abril y enviado a los Reyes Católicos el 17 de mayo.
En él el Papa otorga a "los reyes de Castilla y León" el dominio sobre "cada una de las tierras e islas ya citadas, así las desconocidas como las hasta ahora descubiertas por vuestros enviados y las que se descubran en adelante, que bajo el dominio de otros señores cristianos no estén constituidas en el tiempo presente".
El texto no menciona línea de demarcación ni ninguna otra forma de limitar los nuevos dominios ultramarinos de Castilla y León. Por otro lado, sólo hace referencia a Portugal para decir que los Reyes Católicos disfrutarán en sus nuevos territorios de los mismos privilegios otorgados a los reyes de Portugal "en las partes de África, Guinea y la Mina de Oro" en bulas de papas anteriores.
El Papa también asignó por este breve a Castilla y León el monopolio del comercio con las nuevas tierras, prohibiendo a todos los cristianos navegar a ellas sin licencia de los Reyes Católicos, bajo pena de excomunión. En contrapartida, les impuso a los reyes la obligación de enviar misioneros para convertir a las poblaciones descubiertas a "la fe católica"
El manuscrito original del breve promulgado se encuentra en el Archivo de Indias de Sevilla.
b)-Segunda Bula Inter Coetera o Bula de Partición.
La bula menor Inter caetera fue otorgada por el papa Alejandro VI en 1493 en favor de Fernando e Isabel, reyes de Castilla y Aragón.
La bula lleva fecha de 4 de mayo de 1493 pero se cree que realmente fue redactada más tarde, en el mes de junio. Su texto coincide en gran parte con el del breve Inter caetera del 3 de mayo de 1493, anterior a ella y que probablemente fue considerado insuficiente por los Reyes Católicos
La novedad más importante que introdujo esta bula fue la definición de un meridiano al oeste del cual todas las tierras "halladas y por hallar" pertenecerían a los reyes de Castilla y León. Esto supuso un cambio muy favorable para los Reyes Católicos respecto al breve Inter caetera, el cual había estipulado que pertenecerían a la corona castellana sólo las tierras que fuesen descubiertas por navegantes castellanos. Otros añadidos menores fueron una referencia más clara a tierras continentales (Terras firmas) y unas palabras de elogio a Colón.
Esta bula no menciona en ningún momento a Portugal y sólo se refiere al resto de los estados de la época al indicar que quedarían excluidos de la posesión castellana los territorios que ya perteneciesen a algún príncipe cristiano a 25 de diciembre de 1492.
El manuscrito original de la bula promulgada se encuentra en el Archivo de Indias de Sevilla.
c)-Bula Eximiae Devotionis.
La bula menor Eximiae devotionis fue otorgada por el papa Alejandro VI en 1493 en favor de Fernando e Isabel, reyes de Castilla y Aragón.
La bula lleva fecha de 3 de mayo de 1493 pero se cree que realmente fue redactada más tarde, en el mes de julio. Su texto coincide en gran parte con el del breve Inter caetera del 3 de mayo de 1493, que es probablemente anterior a ella. De forma similar al breve, la Eximiae devotionis otorga a "los reyes de Castilla y León" el dominio sobre "cada una de las tierras firmes e islas lejanas y desconocidas hacia las partes occidentales y existentes en mar Océano, descubiertas por vosotros o vuestros enviados (...) o que se descubran en adelante, que bajo el actual dominio temporal de otros señores cristianos no estuviesen constituidas". Asimismo, el Papa afirma que los Reyes Católicos disfrutarán en sus nuevos territorios de los mismos privilegios otorgados a los reyes de Portugal "en las partes de África, Guinea y la Mina de Oro" en bulas de papas anteriores.
Al igual que el breve Inter caetera, la Eximiae devotionis no menciona ninguna línea de demarcación para limitar las nuevas posesiones castellanas. Sin embargo, dicha línea sí aparece en la bula menor Inter caetera fechada a 4 de mayo y que se supone fue redactada en junio de 1493 y por tanto antes que la Eximiae devotionis. Es sorprendente que la importante decisión sobre la línea de demarcación se plasmase en una bula en junio y luego fuese olvidada en otra un mes más tarde. La explicación podría ser que las dos bulas menores (la Eximiae devotionis y la Inter caetera del 4 de mayo) habrían sido escritas con la idea de formar un conjunto destinado a reemplazar al breve del 3 de mayo.
El manuscrito original de la bula promulgada se ha perdido pero existe una copia de 1515 en el Archivo de Indias de Sevilla.
d)-Bula Piis Fidelium.
e).-Bula Dudum Siquidem o Bula de Ampliación de Donación.
La bula Dudum siquidem fue otorgada por el papa Alejandro VI con fecha de 26 de septiembre de 1493 en favor de Fernando e Isabel, reyes de Castilla y Aragón.
Esta bula es la cuarta y última de las Bulas Alejandrinas. Tras hacer referencia a las bulas anteriores, que otorgaban a Castilla y León "las islas y tierras firmes descubiertas y por descubrir hacia occidente y mediodía, que no estuvieran constitucionalmente bajo el actual dominio temporal de señores cristianos".
Contenido.
La Dudum siquidem, también conocida como "ampliación de la donación" porque ampliaba la concesión de la primera Inter Caetera, afirma que podría ocurrir que los castellanos "que navegasen hacia occidente o mediodía arribasen a las regiones orientales y encontrasen islas y tierras firmes que hubiesen sido o sean de la India" y por ello el Papa amplía la donación a Castilla y León de todos los territorios que se descubran en Asia llegando a ella por la ruta de occidente:
...todas y cada una de las islas y tierras firmes halladas o por hallar, descubiertas o por descubrir que estén, o fuesen o apareciesen a los que navegan o marchan hacia occidente y aun el mediodía, bien se hallen tanto en las regiones occidentales como en las orientales y existan en la IndiaBula Dudum siquidem
No aceptó el monarca portugués la línea papal de demarcación -y esto demuestra que no existía la teoría del dominus orbi- y empezó una negociación diplomática entre Castilla y Portugal. Juan II propuso que en vez de un meridiano se trazara un paralelo, reservando a los portugueses la zona austral y dejando la septentrional para los españoles. Los Reyes Católicos insistieron en el meridiano y ofrecieron correrlo más hacia el oeste: hasta 250 leguas e incluso 350 desde Cabo Verde, pero Juan II siguió empeñado en que era necesario llevarlo más lejos, lo que hubo que aceptar al fin. Se acordó colocarlo a 370 leguas al oeste de Cabo Verde.
El convenio se plasmó en el Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494. Las tierras descubiertas o que se descubrieran al oeste de dicha línea serían castellanas, y las situadas al este de la misma serían portuguesas. La nueva línea, que caería luego hacia la desembocadura del Amazonas, permitió la ocupación de Brasil por parte de Portugal. El empeño del rey de este país por conseguir el paralelo, o al menos un meridiano tan alejado de Cabo Verde, se ha interpretado lógicamente como consecuencia de haber descubierto ya el Brasil, pues no se explica de otra manera.
Según Davenport, esta bula no ha sido hallada en los registros del Vaticano. En el Archivo de Indias de Sevilla se conservan dos manuscritos originales de la bula promulgada pero no llevan la indicación habitual Registrata.
3º.-Tratado de Tordesillas (1506)
Como las Azores y Cabo Verde no están en el mismo meridiano, era confusa la línea demarcatoria establecida en la Bula de Partición de Alejandro VI, la Segunda Bula Inter Coetera.
Es por ello que la corona portuguesa, a través de Juan II, entró en negociaciones directas con los Reyes Católicos para ver de resolver el asunto.
Las negociaciones condujeron a la celebración del Tratado de Tordesillas del 7 de junio de 1494 mediante el cual la línea demarcatoria de la Segunda Bula Intercaetera, fue desplazada hasta 370 leguas al Oeste de Cabo Verde, sin hacer referencia a las Azores.
Esto hizo posible que dentro de la zona de influencia portuguesa, quedase incluida la parte oriental de Brasil, que sería posteriormente descubierto en 1500 por el navegante Pedro Álvares Cabral.
El Tratado de Tordesillas, fue confirmado más tarde por Bula concedida por el Papa Julio II, en 1506.
4º.-Tratado de Zaragoza (1529)
Luego del viaje de Magallanes y de la vuelta al mundo por parte de su piloto Juan Sebastián Elcano, surgió el conflicto por el dominio sobre las Islas Molucas, situadas en el extremo oriente y fuente de una gran riqueza especiera.
La cuestión de los títulos territoriales quedó zanjada definitivamente por la celebración del Tratado de Zaragoza de 1529, acordado entre Juan III de Portugal y el nieto de los Reyes Católicos, el Emperador Carlos I.
Al fin Carlos I estuvo de acuerdo en ceder las Molucas a Portugal a cambio de una fuerte suma de oro que les permitiese financiar sus guerras europeas.
Se trazó una segunda línea demarcatoria, complementaria a la definida en la Segunda Bula Inter Coetera, de modo que el archipiélago de las Molucas quedó para Portugal, pero las Filipinas permanecieron dentro del área Castellana.
Conclusión.
Los Justos Títulos aceptados por la Corona Castellana, fueron: el Descubrimiento, las Bulas Alejandrinas y los tratados suscritos por ella con corona de Portugal.
La actitud de las demás cortes cristianas frente a este virtual reparto del mundo entre Castilla y Portugal, no fue adversa en cuanto a cuestionar frontalmente el poder del Papa para repartir las zonas y en definitiva se limitó a reconocer en los hechos la política llevada a cabo por la Santa Sede.
Un ejemplo de esta actitud, se halló en el Cristianisimo Rey Francisco I de Francia, quien no se opuso en forma activa a la repartición, pese a sus grandes querellas contra el Emperador Carlos I, limitándose a ironizar burlonamente diciendo que me gustaría ver la cláusula del testamento de Adán que reservó a los reyes españoles la propiedad de Océano.
Los Justos Títulos Personales.
¿Cuál era la condición jurídica de los naturales de las Indias?
Esta segunda cuestión tenía una directa vinculación con la anterior y se refería, una vez determinados los títulos de la anexión de las Indias a la Corona, a esclarecer las justificaciones morales sobre la condición de los naturales de esas tierras. Y sobre las políticas que el estado español les aplicará en lo futuro.
Desde la llegada de Colón a las Indias esta fue una cuestión de la mayor importancia.
En el testamento, la reina Isabel la Católica, mandó preocuparse especialmente por la protección y la cristianización de los naturales de las Indias. Ello guarda directa concordancia con la obligación o modo con que el Papa Alejandro VI concede las Indias a los Reyes, es decir con la obligación de evangelizar a los indios en los preceptos de la Santa Fe Católica Romana.
Los abusos de los conquistadores con los naturales fueron numerosos y cada vez más extendidos, sin que la Corona inicialmente tomase una actitud definida respecto de ellos.
Sin embargo, el tercer domingo de adviento de 1511, el 14 de diciembre de ese año, en una pequeña Iglesia de Santo Domingo, un religioso Dominico, fray Antonio de Montesinos pronunció una dura homilía (preparado previamente por miembros de su orden) en contra de los abusos a que se sometía a los indígenas.
El escándalo provocado por este sermón no demoró en llegar a oídos de la Corte del Rey Católico, y la Corona decidió someter la cuestión al pronunciamiento de una Junta de juristas y teólogos expertos. Esta fue la llamada Junta de Burgos, por haberse convocado en esa ciudad castellana.
Cabe pensar cuales fueron las razones que llevaron a la Corona Española a optar por una solución de esta naturaleza, porque por lo general los gobernantes de aquella época no delegaban asuntos de tal importancia política en las manos de los juristas.
Esta actitud se diferenciaba notablemente respecto de las políticas seguidas por otras potencias coloniales europeas, como Inglaterra y Holanda, varios siglos más tarde, allí el tema de los derechos de las poblaciones nativas, fue resuelto por los gobernantes, decidiendo su inmediata esclavitud y el liso y sistemático exterminio.
A la vez, suscita curiosidad y es extraña la gran atención prestada por los Reyes Católicos a la base legal de su dominación.
Fueron pocos los ejemplos que podrán descubrirse en la historia colonial de Estados Unidos de la preocupación inglesa por semejantes cuestiones.
Por ello resulta ciertamente sorprendente la política de los Reyes Católicos, que por propia iniciativa sometieron la cuestión a los expertos y luego se sometieron a sus conclusiones.
(iv).-Los conquistadores españoles.
Se conoce como conquistadores españoles a los españoles que tomaron control de las tierras (conquista) en América, durante la llamada era de los descubrimientos, la cual siguió a la llegada de Cristóbal Colón en 1492 y no alcanzó a superar el siglo de duración.
La conquista fue abolida oficialmente en 1573 mediante un decreto del rey Felipe II, el cual prohibía los actos de conquista, denominándose a partir de entonces los actos llevados adelante por los españoles con la palabra pacificación, eliminando o sometiendo a la población original.
Características de los conquistadores.
1º.-Origen regional de los conquistadores.
Las regiones que más hombres aportaron al Nuevo Mundo durante el siglo XVI fueron Andalucía, Castilla y Extremadura.
2º.-La edad.
Los contingentes que nutrieron las empresas de conquista estaban formados principalmente por hombres cuyas edades fluctuaban entre los 30 y los 45 años; es decir, personas ya madura en una época en la cual alguien mayor de 40 años era considerado viejo.
3º.-Del origen socio cultural.
El Conquistador español provenía de una Europa marcada por su rígida sociedad estamental, donde quienes no poseían bienes y riquezas tenían muy pocas posibilidades de modificar su situación social.
Otra característica de los conquistadores era que no provenían de la alta nobleza. Historiador don Julio R. Villanueva Sotomayor nos dice que un sólo el 30% eran hidalgos, el grado más bajo de la nobleza española o segundones de familias alta nobleza.
El resto era del estado llano. La empresa de la conquista era un medio (probablemente el único en la España de la época) de ascenso social en una sociedad rígidamente estratificada. Albergaban la ilusión de superar su condición y acceder a privilegios nobiliarios o riqueza que en Europa estaban reservados a la nobleza o clero.
De este estado llano provenían artesanos, algunos labradores, pastores, marineros, mercaderes, clérigos, oficiales reales y representantes de las múltiples profesiones liberales de la época. Abrazaron su oficio por necesidad, no por vocación, salvo casos muy excepcionales.
- La mayoría de ellos no tenía experiencia militar por lo cual se convirtieron en improvisados combatientes una vez en América.
- No eran gente culta, pero debe tenerse en cuenta que en el siglo XVI, incluso las clases altas adolecían de cultura. La educación constituía un fenómeno eminentemente urbano, y aprendían a leer aquellos cuyos oficios así se lo exigían (clero, nobleza, mercaderes, profesiones liberales, funcionarios) y los que podían adquirir un libro, cuyo precio resultaba prohibitivo para muchos. Se acababa de inventar la imprenta y la oferta de libros era aún mínima.
Esperanzados y movidos por los fabulosos relatos de quienes ya conocían las nuevas tierras, se embarcaban en los navíos apostados en Sevilla con destino a América.
Pero las motivaciones para salir de España no se limitaban únicamente a un afán de ascenso social o cambiar estamento.
Poder y riquezas, honra y fama eran ingredientes fundamentales para enrolarse en las huestes indianas y condicionaban el accionar de los españoles. Se aspiraba a ser reconocido y recordado, y regresar a las tierras de origen cargado de riquezas y títulos.
Así es posible comprender la incesante búsqueda de la Fuente de la Eterna Juventud o del mítico El Dorado; la internación en parajes inhóspitos y a menudo inaccesibles para conquistar súbditos en nombre del Rey; el esfuerzo físico desplegado en extensas jornadas bélicas; y la ostentación de una vida centrada en las apariencias.
Perfil cultural del Conquistador.
Los hombres que formaron las tropas conquistadoras fueron hombres que vivieron entre la Edad Media y la Edad Moderna. En su mentalidad eran gente entre medievales y modernos, por lo que se manifestaron en ellos una serie de características propias de ambas épocas.
Las características positivas suelen atribuirse a su medievalismo y las negativas a su renacentismo.
- Características de raíz Medieval.
1) Providencialismo:
Les llevaba a considerarse como los portadores de la verdadera fe, que por su intermedio debía propagarse a quienes aun la desconocían. Su religiosidad parece probada por el hecho de que jamás se rebeló contra sus jefes, cuando éstos destruyeron los ídolos indígenas poniendo en peligro la supervivencia de la misma hueste.
2) Predestinación.
Relacionado con el providencialismo, justificaba los hechos como producto de un entramado de origen divino que les debía conducir inexorablemente hacia un destino determinado e inevitable.
3) Espíritu caballeresco.
Les impulsaba a servir a Dios y al Rey.
4) Buscar obtener mercedes Reales (asociadas al Espíritu Caballeresco): Se asociaba el servicio a la Corona con las mercedes otorgadas por ésta en pago a los servicios recibidos.
5) Ideal Señorial de Vida:
Consistía en tener vasallos como manifestación externa de autoridad y de prestigio. La imagen señorial constituyó la verdadera obsesión de todo conquistador, pero pocos lograron realizarla. La Corona estuvo en guardia contra las tendencias señoriales que minaban su realengo y cortó muy pronto sus mercedes de títulos nobiliarios a los conquistadores (apenas se dieron los del Marqués del Valle de Oaxaca y Marqués de Cajamarca).
La nobleza titulada castellana aplaudió la medida, pues consideró a los conquistadores como unos advenedizos que pretendían ensalzarse por haber matado unos cientos o miles de indios. Más fácil fue conseguir encomiendas o cargos administrativos, pero la mayor parte carecía de preparación adecuada para los últimos.
6) Escaso espíritu crítico, que le llevaba a creer en leyendas fascinantes:
Le conducía a efectuar descripciones falsas y sobredimensionadas sobre lo que veían (y lo que no veían) en sus viajes y exploraciones, perseguir mitos como el Paraiso Terrenal, la Fuente de la Eterna Juventud, las ciudades áureas de Cibola, El Dorado, los pueblos de gigantes y de amazonas, etc.
7) Fanatismo.
Era que les hacía irreductibles y ciegos ante situaciones que en condiciones normales les habrían llevado a desistir del esfuerzo realizado por alcanzar un propósito.
8) Espíritu combativo:
Fue una característica muy evidente, pero hay que tener en cuenta que usualmente era resultado de la situación en que se encontraba: metido en territorio enemigo y rodeado de adversarios, sin posibilidad de volver atrás.
- Características de raíz Renacentista.
1) Individualismo:
Los Conquistadores anhelaban realizar hazañas con el fin de ser recordados despues de modo personal. Era la concepción renancentista de la fama.
2) Afán de obtener riquezas.
La codicia se advierte fácilmente en muchos personajes principales (Cortés, Ordás, Pizarro, Alvarado, Benalcázar, etc.) que, una vez logrado un buen botín, volvían a invertir lo ganado en nuevas empresas conquistadoras, pero esto no debía ser lo frecuente, sino lo anómalo, y propio de hombres muy ambiciosos. Lo que de verdad buscaba el soldado Conquistador era retirarse después de haber obtenido un buen botín o, lo que es mejor, una encomienda, para no tener que empuñar la espada en el resto de sus días. Su codicia, la del soldado, hay que comprenderla así, como un pecado natural de quien nada tiene y lucha por conseguir algo para mejorar su vida.
3) Sentido pragmático en orden de legitimar cualquier medio que condujera a obtener un fin determinado.
En concreto en cuanto a su crueldad para con los indios, no puede comprenderse salvo en el caso de que lo hiciera para aterrar al enemigo y obligarle a rendirse lo antes posible. Los Conquistadores hicieron barbaridades, como encerrar a los indios en chozas y prenderles fuego, aperrear a los naturales, cortarles manos y narices, etc., cosas que parecen indicar un refinado sadismo propio de seres inhumanos.
La verdad es que las guerras coetáneas eran prolijas en ejemplos de salvajismo humano. Aterrar al enemigo para que se rindiera parece que era quizá todavía lo es- la regla áurea de toda campaña militar. Quizá la mejor aproximación que puede hacerse a la figura del Conquistador, es la de pensar que se trata de un maldito de la sociedad española que trataba de distinguirse mediante su sacrificio personal, y hasta límites extremos, para convertirse finalmente en un funcionario o en un encomendero.
- Otros aspectos.
Al margen de los cambios que se sucedían en la mentalidad europea, en tránsito del Medioevo al Renacimiento, hubo aspectos que formaron parte de una cultura propia peninsular y que marcaron el espíritu de aquellos aventureros.
El impulso del Conquistador por propagar la fe, al margen del providencialismo medieval, respondía a una situación especial de la Península Ibérica: la Reconquista. Durante 800 años se desarrolló la Reconquista:
Durante la mitad del siglo XV -que fue la época en la que nacieron muchos de los Conquistadores de América- fue la etapa decisiva en la lucha de la monarquía castellana por terminar con lo que quedaba del dominio político musulmán en su territorio.
Por eso la Reconquista no fue solo un conflicto político, sino fundamentalmente una guerra de religión: una “cruzada”. Los Conquistadores se formaron en ese espíritu de cruzada, de lucha contra los “infieles”. Esto fue un factor más para entender el afán de propagación del cristianismo que se mostró en América.
Evidentemente no eran antropólogos, ni arqueólogos o etnógrafos y destruyeron por ignorancia lo que encontraron en sus campañas militares de Conquista. Destruyeron por erradicar las idolatrías que ellos consideraban pecado contra Dios y contra la Naturaleza.
Factores favorecieron a la conquista.
Si bien los factores tecnológicos y culturales jugaron un importante papel en las victorias y derrotas de los conquistadores, el factor decisivo fueron las enfermedades traídas desde Europa, especialmente la viruela, que en muchos casos aniquilaron naciones enteras antes de la llegada de los españoles.
Otro factor fundamental fue la habilidad de los conquistadores en explotar las diferencias entre los propios pueblos indígenas, ya sea apoyando a uno de los bandos de una guerra civil, como en el caso del Imperio Inca, o apoyándose en la poblaciones sometidas por el pueblo al que se pretendía sojuzgar, sea el caso del imperio Azteca.
Militarmente los conquistadores poseían algunas ventajas tecnológicas sobre los pueblos originarios, especialmente las armas de fuego y el acero. Por otra parte las civilizaciones originarias tenían la ventaja del poblamiento, el espíritu de libertad y la voluntad de permanecer independientes, que en muchos casos fue factor decisivo en la derrota de los conquistadores.
En todos los casos las naciones indígenas cuya conquista pretendían los españoles superaban a estos en número: en promedio los españoles peninsulares nunca superaron el 2% de la población de América.
Sin embargo era habitual que los conquistadores españoles realizaran alianzas con naciones enemigas para formar ejércitos numerosos. El ejército con el que Hernán Cortés atacó Tenochtitlán estaba integrado por 200.000 soldados, de los cuales menos del 1% eran españoles.
A pesar de que muchas civilizaciones americanas habían desarrollado métodos avanzados para el tratamiento y fundido de los metales (oro, plata, bronce, estaño, cobre), este conocimiento se aplicó principalmente para la elaboración de objetos religiosos, artísticos y simbólicos, así como de utensilios domésticos de uso cotidiano. Sólo los quechuas y los purépechas elaboraban armas de cobre, pero estas no alcanzaban el filo y dureza del hierro y el acero.
Los cascos y armaduras de hierro que utilizaron los conquistadores constituyeron un importante factor de defensa personal. Sin embargo, la depurada tecnología textil de las civilizaciones andinas, que permitía tejidos de hasta 500 hilos por pulgada estructurados en capas sucesivas, les permitió desarrollar eficientes armaduras de tejido acolchado (el escaupil) que fueron adoptadas finalmente por los españoles, abandonando sus cascos y corazas metálicas, ya que estas no eran adecuadas para climas tropicales, tanto por el calor que daba a los portadores como por la corrosión que sufrían.
El arma principal de los ejércitos andinos era la honda, realizada con tejidos, con la que arrojaban piedras calentadas hasta el rojo vivo, envueltas en algodón y brea. Utilizando estas armas los quechuas arrasaron Cuzco ocupada por los españoles en 1536
En el primer momento de la conquista las armas de fuego y en especial los arcabuces causaron gran impresión debido al estruendo. Pero su efecto militar fue escaso. Las espadas de acero y de hierro, los cuchillos y las armaduras demostraron ser mucho más efectivos militarmente. Por esta razón, cuando alcanzaban el dominio de alguna nación, los españoles prohibían el acceso a las armas de hierro por parte de los pobladores sometidos.
Los animales fueron otro factor militar.
Por un lado, la introducción del caballo por parte de los españoles, les permitió en algunos casos moverse con rapidez y lanzar rápidos ataques. Sin embargo en las zonas montañosas y selváticas, los españoles se mostraron menos adaptados tecnológicamente que las culturas amerindias, que utilizaban la llama y técnicas especiales para construir caminos y puentes adaptados a ese tipo de terrenos.
En algunos casos los pueblos originarios, principalmente en Norteamérica, la pampa y la Patagonia, se apropiaron del caballo y desarrollaron técnicas de adiestramiento y monta superiores a las que tenían los españoles y se volvieron un factor decisivo para rechazar a los conquistadores. Los españoles utilizaron también perros para rastrear y atacar indígenas y esclavos en la selva y en los bosques.
La forma de hacer guerra de los españoles, como la de la mayoría de los europeos era más sangrienta e involucraba más guerreros que los que los indígenas americanos estaban acostumbrados a utilizar. Las armas de hierro y acero producían lesiones tan evidentes como las de las flechas envenenadas. Además, algunos pueblos originarios no tenían la costumbre de matar gente en el campo de batalla, sino que los capturaban y los mantenían para ocasiones de sacrificios rituales o comérselos en festivos banquetes. De ahí que las prácticas europeas en la guerra adquirieran un carácter más brutal.
Colapso demográfico.
Pero el factor decisivo en la derrota de las civilizaciones americanas fue el colapso demográfico. Entre los investigadores y sectores sociales no hay consenso sobre las causas de ese colapso, atribuyéndolos unos a un genocidio, otros a la introducción de nuevas enfermedades y un tercer grupo a una combinación de ambas causas.
El investigador norteamericano H. F. Dobyns ha calculado que un 95% de la población total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón. Por su parte, Cook y Borak, de la Universidad de Berkeley, establecieron luego de décadas de investigación, que la población en México disminuyó de 25,2 millones en 1518 a 700 mil personas en 1623, menos del 3% de la población original. En 1492 España y Portugal juntos no superaban los 10 millones de personas.
Hay un cierto consenso en considerar que el colapso demográfico de la población original de América fue la causa principal de su derrota militar.
Steven Katz ha dicho al respecto:
Muy probablemente se trata del mayor desastre demográfico de la historia: la despoblación del Nuevo Mundo, con todo su terror, con toda su muerte.
El historiador estadounidense Charles Mann dice que España "no habría vencido al Imperio (Azteca) si, mientras Cortés construía las embarcaciones, Tenochtitlán no hubiera sido arrasada por la viruela en la misma pandemia que posteriormente asoló el Tahuantinsuyu... La gran ciudad perdió al menos la tercera parte de población a raíz de la epidemia, incluido Caitlahuac".
Algo similar sucedió con el Imperio Inca, derrotado por Francisco Pizarro en 1531. La primera epidemia de viruela fue en 1529 y mató entre otros al Emperador Huayna Cápac, padre de Atahualpa. Nuevas epidemias de viruela se declararon en 1533, 1535, 1558 y 1565, así como de tifus en 1546, gripe en 1558, difteria en 1614 y sarampión en 1618. Dobyns estimó que el 90% de la población del Imperio Inca murió en esas epidemias.
Autores como Jared Diamond resumen las causas de la victoria de Pizarro (paradigma de la conquista española) en "tecnología militar basada en armas de fuego y acero y caballos, enfermedades infecciosas endémicas en Eurasia, tecnología marítima europea, la organización política centralizada de los Estados europeos, y en la escritura".
En este último sentido, Diamond explica que los errores de juicio de Atahualpa y Moctezuma, que les llevaron a ser engañados por los españoles se debían a que éstos pertenecían a una sociedad alfabetizada que, gracias a la escritura, tenía a su disposición un enorme corpus de conocimiento sobre el comportamiento humano y su historia, algo de lo que carecían las naciones americanas.
Con respecto a las afirmaciones de Jared Diamond, hay que tener en cuenta que las sociedades mesoamericanas habían descubierto la escritura varios milenios antes de la llegada de los españoles.
Imperios coloniales.
España fue la potencia que mayor presencia colonial impuso en América. Tomó posesión por la fuerza de los dos grandes imperios existentes en América en ese momento: en América del Norte llegó a apropiarse del Imperio Azteca, en el actual México, estableciéndose en sus ciudades. A partir de ahí controló una gran parte de América Central: desde la zona andina de América del Sur hasta la zona central de la actual Chile, incluyendo al Imperio Incaico en el actual Perú. En el Caribe, dominó sobre todo Cuba, La Española, Puerto Rico, Jamaica, incluyendo a la península de Florida dentro de sus posesiones caribeñas.
Portugal se apropió de la mayor parte de la franja costera atlántica de la parte norte de América del Sur, que más tarde originaría el Estado de Brasil.
Inglaterra estableció trece colonias en la franja costera atlántica norteamericana, además de algunas islas caribeñas y parte de Canadá.
Francia ocupó la actual Guayana Francesa en Sudamérica (aún bajo su dominio), Louisiana en el Golfo de México, algunas islas del Caribe, y la región canadiense de Quebec.
Holanda estableció colonias en Norteamérica (Nueva Amsterdam que luego sería Nueva York), norte de América del Sur (Guyana holandesa hoy Surinam) y algunos asentamientos en islas caribeñas (Antillas Neerlandesas y Aruba).
(v).-Organización de la Campaña de Conquista.
Si bien existieron algunas excepciones, en general la conquista fue realizada mediante la iniciativa privada, esto es, mediante una contrato (Capitulación) establecido entre el Rey -o su representante- y un particular por el cual se autorizaba a éste a conquistar un territorio concreto en un plazo de tiempo determinado.
Para llevar acabo una operación de Conquista era fundamental organizar una Hueste, al frente de la cual se situaba un jefe (Capitán), quien recibía del Rey diversos títulos posibles en función de la dimensión de la empresa (Gobernador, Adelantado o Capitán).
- A cambio, el jefe expedicionario se comprometía a correr con los gastos de la empresa y a realizarla en el tiempo fijado.
- Las obligaciones del Rey, por su parte, eran la exención de tributo, la donación de tierras y solares en las futuras poblaciones, y la promulgación de derechos y libertades al modo de los existentes en Castilla. El Rey sólo estaba obligado a conceder estas mercedes en caso de que la Expedición de Conquista terminase exitosamente, es decir, a posteriori, lo que provocó no pocas disensiones.
Aunque pueda parecer que la Corona quedaba relegada y apenas intervenía en la Conquista, en la práctica se reservaba para sí importantes herramientas de intervención.
1) La capitulación de conquista.
La capitulación de conquista determina claramente que los territorios conquistados pertenecerán a la Corona, no al particular.
Por otro lado, las concesiones, siempre flexibles, permiten a la Corona orientar y dirigir las acciones de conquista hacia determinados territorios, en función de sus intereses.
2) Las instrucciones.
Las instrucciones a través de las cuales el jefe de la expedición recibía también consignas acerca de sus funciones para con la Hueste, la población nativa, la acción militar y la emisión de informes sobre los resultados.
3) Posteriormente se incorporará un funcionario real, VEEDOR, que velaría por el cumplimiento de las consignas y la asignación al Rey de su parte del botín.
Sin embargo, a miles de kilómetros de distancia, en la práctica el jefe de la Hueste tenía un poder casi ilimitado, y dependía de su propia personalidad y carisma como elementos sustanciales en el desarrollo de la expedición.
Capitulación de Conquista y financiación de la empresa de Conquista: Conquista a Crédito
La empresa de conquista era una empresa privada con supervisión indispensable de la Corona.
- Las Capitulaciones de Conquista
-semejantes a las de Descubrimiento- delegaban en un individuo responsable la acción de dominar un territorio indígena insumiso, que luego sería propiedad de la Corona. Dicho individuo corría con todos los gastos de la misma y se beneficiaría con una gran parte del botín que pudiera lograr durante ella.
La Corona, como dueña potencial de dicho territorio, imponía las condiciones (Demarcación territorial, plazo en que debía realizarse, ciudades que se asentarían en el territorio, etc.) y otorgaba las mercedes que estimaba oportunas (títulos, nombramientos, derecho a repartir tierras y solares, rebajas de derechos, etc.). Recibiría además el quinto real o 20% del botín que se capturase.
La empresa conquistadora se constituía, así, a crédito (se pagaría con la riqueza que se lograra arrebatar a los indios) y con un capital mixto estatal, privado y comunal.
- El capital estatal estaba representado por la autorización real para entrar en sus dominios y se materializaba en el pago del quinto real del botín. En realidad era un capital ficticio, a cambio del cual el monarca se quedaba luego con la parte del león: el Reino conquistado.
- El capital privado lo ponía el Capitán Conquistador, quien por lo regular formaba sociedad con personas ricas (encomenderos, clérigos y mercaderes) que le prestaban el dinero necesario para organizar la empresa: navíos, armas, implementos de combate, etc. El Capitán y sus socios organizaban una verdadera empresa comercial en la que se detallaba la forma y plazos en que se entregaría el capital, fianzas, liquidación del préstamo e intereses, etc.
- El capital comunal, lo ponían los soldados que se enrolaban en la empresa.
A veces, cada soldado aportaba su propio equipo y provisiones, si lo tenía, o lo recibía del jefe como anticipo. Por su trabajo, es decir, por su actividad bélica, cobraban ya una parte o especie de acción del hipotético botín, pero podían ir sumando otras medias partes o partes enteras adicionales poniendo sus armas, caballo, etc. Esto último puede parecer de escaso valor, pero representaba una gran suma, ya que los elementos bélicos costaban mucho a causa de su escasez. Había que traerlos de la metrópoli y los especuladores les imponían precios abusivos. Lo corriente es que el peón cobrase una parte, el ballestero parte y media y el caballero dos partes.
El procedimiento de conquistar a crédito tenía, además, la ventaja de canalizar un gran número de intereses hacia el objetivo común de obtener el BOTIN, única forma de que todos cobraran el capital invertido.
Si no había botín los Reyes se quedaban sin su quinto, los soldados sin su parte y los socios capitalistas sin su dinero, pues normalmente el Capitán Conquistador no tenía bienes suficientes con que responder a sus acreedores. Esto explica el empecinamiento con que funcionaban las huestes conquistadoras, sorteando toda clase de dificultades.
A los botines se añadían otros dos incentivos potenciales:
- Los rescates de personajes principales: se usó a partir de la conquista de México, y consistía en exigir una gran suma al jefe indígena apresado a cambio de su supuesta libertad (que nunca se le concedía, pues podía capitanear una revuelta contra los españoles), tal y como se hizo con Moctezuma, Atahualpa, el Zaque Quemuenchatocha, etc.
- Las encomiendas y solares en las ciudades que se construyeran dentro del territorio conquistado: .las encomiendas, fueron decisivas, pues eran lo que realmente movía a los Conquistadores. Ninguno de ellos quería vivir de la lanza, como siempre se ha dicho, ni tampoco obtener grandes posesiones de tierra, como igualmente se ha afirmado. Lo que realmente pretendían era vivir como unos señores, sin trabajar (los señores no trabajaban) y a costa de los indios. El Capitán de Hueste, transformado en Gobernador por obra y gracia de una conquista exitosa, se convertía en una especie de rey mago que obsequiaba a sus antiguos compañeros con encomiendas de indios (bien es verdad que con carácter provisional la mayor parte de las veces) en consonancia con los servicios prestados durante la campaña militar.
La hueste indiana.
La expansión de la Indias se produjo a través de la hueste indiana, que tenía raices medievales. La Corona en escasa ocasiones organizó expediciones de conquista o descubrimiento. Entre los pocos casos en que ello ocurrió pueden contarse los viajes de Cristobal Colón, la expedición de Pedrarias Dávila organizada entre 1513 y 1514 y la expedición de Magallanes. Lo normal fue que la Corona dejara la responsabilidad de la organización, financiamiento y desenvolvimiento de esas empresas en manos de sus súbditos.
Las huestes indianas, eran una particular agrupación de caudillo con gente de guerra. que , voluntariamente y sin sueldo, se ponían bajo su tuición para llevar acabo una expedición de descubrimiento, conquista, poblamiento o rescate, con la esperanza de obtener mercedes de la Corona.
1) El capitán o caudillo de la hueste.
Su misión era conducir la hueste hacia el objetivo con el menor número de bajas y de esfuerzo posibles, conquistar el territorio, obtener un cuantioso botín y transformar luego la compañía armada en pobladores del lugar.
Para todo esto debía contar con enorme autoridad, emanada de su licencia firmada por el Rey, o delegada del Gobernador que le había ordenado la entrada. Solía reforzarla con el cargo de Justicia y, sobre todo, con sus poderes potenciales: facultad para repartir el botín, futuras encomiendas y solares.
Por las bulas alejandrinas y otros títulos, tenían los reyes castellanos el dominio político de las Indias. Consecuencia de lo cual era que nadie podía adentrarse en ellas sin autorización de su señor, el rey.
Fue corriente que las bases de estas expediciones quedaran consignadas en unos documentos llamados capitulaciones, pero éstas no fueron indispensables para para la formación de la hueste. Se podía organizar una hueste sin capitulación, pero lo que si era imprescindible era la licencia. La expedición de conquista de Hernán Cortés se realizó sin licencia, por lo que siempre estuvo bajo la ilegalidad.
Por lo general, siendo que eran muy costosas estas expediciones era difícil que el caudillo, aun cuando tuviera muchos recursos, pudiera afrontar el solo los cuantioso gastos. Por ello era corriente que se organizaran compañías o sociedades para afrontar esos desembolsos.
La autoridad del caudillo se debilitaba desde el momento en que la hueste se ponía en marcha hacia su objetivo, ya que el carácter comunal de la empresa daba una enorme relevancia a la voluntad popular, que podía cambiar la persona del capitán o la misma finalidad impuesta a la campaña.
A través de las crónicas de su tiempo, se observa que los cuadillos de la hueste, en contra de lo que habitualmente se cree, no solían ser excesivamente autoritarios con sus hombres, salvo casos especiales, y procuraban tomar las grandes decisiones consultando con sus subalternos y con los soldados más experimentados, pues eran conscientes de que gestionaban una empresa comunal. Su tacto para manejar la tropa era, quizá, más importante que su propia autoridad.
El Capitán disponía la ruta más conveniente para alcanzar el objetivo, la intendencia o racionamiento, la táctica a emplear en cada batalla, las guardias e incluso medidas disciplinarias, como suprimir el juego o castigar los hurtos de sus hombres. Carecía por lo regular de privilegios y combatía como cualquier otro soldado
2 Composición y formación de la Hueste.
Las expediciones se desarrollaban, en los primeros tiempos, según los Conquistadores conocían, esto es, al modo de las tropas mercenarias europeas del siglo XVI.
Muy pocos contaban con experiencia militar, pues se dedicaban fundamentalmente a la agricultura, la ganadería o la artesanía en sus lugares de origen, sobre todo Andalucía y Extremadura en los primeros años.
El paisanazo jugaba un papel importante.
Algunas Huestes estuvieron integradas en su mayoría por gentes de pocos pueblos, de una comarca o de una provincia, siendo frecuente que muchos de sus integrantes estuvieran relacionados por parentesco.
La formación de la hueste se noticiaba en los pueblos a son de tambor.. La inscripción en ella se podía hacer en la casa del caudillo.
En la inscripción era muy importante que constara el aporte que hacía el enrolante, pues ello pesaba a la hora de hacerse el reparto del botín. Por razones de justicia distributiva recibía mayor parte de botín y de mercedes quien más aportes había realizado. Si alguien iba en la hueste con un caballo de su propiedad su recompensa debía ser mayor.
Desde su inscripción en la hueste el enrolante quedaba sujeto a un régimen militar, que le exigía fidelidad al acudillo y su permanencia como enrolado hasta que terminara el objeto de la expedición.
En lo económico, los participantes en la hueste carecían de sueldo u otros ingresos económicos permanentes. Su única aspiración eran los premios que podían obtener de la Corona a través del caudillo: mercedes de tierras y aguas, encomiendas, mejoramiento social, oficios y otros.
De todo lo que se obtuviera en las expediciones debía pagarse a la Corona el quinto real. Lo que restara se dividía de diversa manera.
Siendo que el objeto primordial de la expansión castellana en las Indias era la evangelización, se puso trabas a la incorporación de los no católicos o de personas cuya catolicidad fuera discutible. Por ello, teóricamente ninguno de los soldados eran moro, judío, hereje, o penitenciados por la Inquisición, pero en la práctica esto era imposible de evitar, sobre todo cuando se completaban banderas. Se prohibía también el paso de gitanos, esclavos casados sin su mujer e hijos, mujeres solteras sin licencia y casadas sin sus maridos.
Un elemento poco conocido de las huestes indianas son las soldaderas, que se han silenciado por pudor, y de las que hay bastantes referencias. Hay que tener en cuenta que la hueste indiana era continuación de la medieval, aunque fuera diferente de la mesnada señorial.
Las huestes podían organizarse en España o en las Indias. En ciertos momentos la Corona prefiró que se llevara gente de España por el riesgo de desploblamiento que se producía en las Indias.
Era frecuente que la hueste se reclutara en España y se completara en Indias. La escala en América se aprovechaba muchas veces para desertar, pues los enrolados preferían probar suerte como pobladores antes que seguir hacia su incierto destino.
También se reclutaron muchas huestes en Indias, sobre todo en las islas, donde se vivía una gran crisis económica a fines del primer cuarto del siglo XVI.
Los Capitanes Conquistadores preferían los hombres aclimatados al medio americano.
Casi nunca se dio el caso de que una Hueste hubiera sido formada íntegramente en la Península.
Tras el viaje marítimo correspondiente y la escala antillana, se llegaba a la antesala del objetivo previsto, donde solía hacerse el alarde: un recuento y revista de la fuerza combativa disponible. Podía verse entonces la impresionante anarquía de vestido y armamento de los Conquistadores.
Cada soldado se ponía encima lo que le parecía e iba armado como podía.
Proliferaban toda clase de jubones y calzas, así como cascos, cotas, morriones, celadas, rodelas, alguna cota de malla y muchos acolchados de algodón contra las flechas. De las armaduras se tomaban sólo algunas piezas de la parte superior del cuerpo. Abundaban las armas blancas como espadas, picas, lanzas y ballestas, aunque también había algunos mosquetes, arcabuces y falconetes.
La artillería solía ser escasa y muy ligera. Constituía una de las grandes armas contra los indios, junto con los caballos y los perros. Los caballos iban protegidos con pecheras y llevaban petrales de cascabeles para infundir temor a los nativos. Daban derecho a una parte del botín. En cuanto a los perros, los hubo muy famosos por su agresividad hacia los indios.
En el alarde podían verse también otros Conquistadores frecuentemente silenciados, que eran los propios indios. Convertidos en aliados por la fuerza de las circunstancias (habían sido vencidos), o por su odio hacia un enemigo común, integraban unidades de combate a veces muy considerables
También era corriente que las Huestes fueran acompañadas de numerosos indios porteadores llamados "tamemes". Este servilismo se puso de moda a partir de la conquista de México, cuando los totonacas se brindaron generosamente a hacer tal oficio, lo que sorprendió a los castellanos, que lo tomaron ya luego por costumbre, dada la comodidad que representaba. Junto a los tamemes debían figurar las soldaderas españolas y las mujeres indígenas que, por fuerza o por agrado, seguían a sus parejas.
Las mujeres españolas de la soldaderas españolas eran, de la misma extracción humilde que los Conquistadores, la Conquista les brindaba la posibilidad de convertirse en señoras de la floreciente colonia asentada sobre la tierra conquistada.
Dada la escasez de mujeres españolas existente en Indias, puede decirse que era más fácil que una soldadera se convirtiera en señora de un encomendero que un Conquistador lograra su sueño de llegar a ser un encomendero. En el capítulo de las relaciones entre las indias y los Conquistadores esconde un maravilloso arcano de relaciones humanas.
Rumiñaui, importante líder indígena ecuatoriano, llegó a tildar de prostitutas a las quiteñas que deseaban quedarse para recibir a los españoles, y Bernal Diaz del Castillo nos describió conmovedores relatos de amor entre soldados e indias en la conquista de México.
Finalmente las Huestes iban acompañadas de ganado, bovino si se podía, y frecuentemente porcino. Constituían la despensa ambulante de aquel improvisado ejército.
Era una auténtica caravana multicolor.
3) Dinámica de la expedición de Conquista.
La Hueste, heredera de las mesnadas medievales, se organizaba en compañías y éstas en cuadrillas, de manera más o menos disciplinada en función de la autoridad que el jefe sabía imponer.
En la Hueste cada participante tenía un lugar de acuerdo con el aporte material (dinero, armas, caballo, etc.) que había realizado.
Tras el alarde correspondiente, la hueste se internaba hacia su objetivo, llevando en vanguardia los expertos conocedores de la tierra y los intérpretes, que solían ir junto al Capitán, y el religioso, si lo había.
Una vez dentro del territorio de conquista, se erigía a veces una población para que sirviera de base de aprovisionamiento o de posible retirada. Algunas conquistas necesitaron refuerzos constantes, como las del Perú o México. Estas ciudades, en realidad campamentos militares (Villa Rica, San Miguel, etc.), solían trasladarse luego a sitios más idóneos.
Lo característico de las compañas conquistadoras no fue, sin embargo, su aproximación gradual mediante bases de operación, sino su penetración hasta el corazón del territorio enemigo. Eran Huestes autónomas que vivían meses o años a costa de los naturales, sin el menor contacto con sus bases de partida. En algunos casos se dividían para aumentar su eficacia o se reunían en un punto ignoto, atraídas por los mitos, como ocurrió en Bogotá o en Quito.
La táctica militar consistía en sorprender al enemigo, obligándole a rendirse.
El ideal era conquistar sin tener que combatir, pero esto raramente se lograba. Cortés, por ejemplo, hacía exhibiciones de artillería y caballería ante los aztecas con ánimo de amedrentarles. Lo mismo hizo Gonzalo Pizarro ante Atahualpa. Los indios solían asustarse de los cañonazos, de los caballos y de los arcabuzazos, pero difícilmente eludían el combate, ya que defendían su libertad y su tierra.
Los españoles buscaban batallas frontales, de tipo europeo, en las que podían jugar todos sus recursos armados. Especialmente importante era combatir en un terreno despejado, donde pudieran maniobrar los caballos.
El éxito solía estar casi siempre de su parte, salvo si se trataba de un enemigo demasiado numeroso, de un medio hostil, como la selva o los Andes, o de un paso forzoso de un río, un desfiladero, etc.
A partir de la conquista de México, los españoles emplearon la fórmula de apoderarse del jefe enemigo pues comprobaron que esto desmoronaba la resistencia indígena. El procedimiento fue inútil en regiones tribales regidas por cacicazgos.
Uno de los aspectos más importantes de la Conquista fue el enorme dinamismo de las partidas de Conquistadores. Infinidad de Huestes se movieron con tremenda celeriidad sobre el desconocido mapa americano, buscando mitos. Esto se debió, en parte, al hecho de que algunas plataformas de conquista se sobresaturaron de hombres. Tal ocurrió en Santa María la Antigua del Darién, una población construida por Balboa para albergar unos doscientos vecinos, a la que llegó Pedrarias Dávila con más de dos mil hombres. Como no había forma de alimentarlos se inventaban toda clase de entradas conquistadoras, ya que así podían comer los soldados a costa de los indios. Lo mismo ocurrió en Santa Marta, Cartagena, Buenos Aires, etc.
Otras veces, el problema surgía a raíz de la Conquista de un territorio. No había encomiendas para todos y los Conquistadores sin oficio se convertían en un verdadero problema para la colonia.
Los Gobernadores inventaban conquistas a territorios lejanos para drenar su jurisdicción de indeseables.
Las expediciones del Virrey Mendoza al norte de México o las de Lagasca a Chile y el suroriente peruano, fueron de este tipo.
Finalmente, hemos de considerar el agotamiento de las posibilidades económicas de algunas colonias, como las grandes islas antillanas, que lanzaban al exterior sus excedentes humanos para paliar la situación crítica en que se hallaban.
La Española fue el ejemplo más representativo, pero lo mismo ocurrió con Cuba y Puerto Rico.
La empresa conquistadora se clausuraba cuando había logrado su objetivo. Venía entonces el reparto del botín y la desmovilización.
La aportación de cada individuo condicionaba el posterior reparto del botín, recibiendo una parte el peón y el doble un hombre a caballo. Los perros, armas de extraordinaria importancia, en casos concretos fueron también recompensados. El reparto dio lugar a conflictos en no pocas ocasiones, como el surgido entre Pizarro y Almagro. Otras veces parte del botín consistía en mujeres, esclavas o no.
Se celebraba una gran fiesta en la que todos los compañeros comían y bebían hasta la saciedad (por lo regular bebidas indígenas) para resarcirse de los días de hambre y sed, mientras se rememoraban las acciones pasadas.
Luego cada uno tiraba para donde podía.
Si había tenido suerte, a vivir de su encomienda o de su cargo. Muchos dilapidaban en el juego lo que habían ganado con tanto esfuerzo, convirtiéndose en vagos y maleantes de las ciudades que habían ayudado a fundar. Los menos, buscaban algún sitio tranquilo donde vivir. La más, otra nueva empresa de Conquista. Era volver a empezar.
(vi).-El motivo del Conquistador.
El afán de hallazgo de oro era algo imperioso en la economía de la época: con él, el héroe sabía que podía alcanzar honra y ascender socialmente para un hombre del siglo XVI, el prestigio y la honra - el ser honrado por los demás- representaban su máxima aspiración social, para lo que era preciso dinero, obtenido mediante la realización de hazañas.
El motor determinante fue ser la sed de oro, porque evidentemente los aventureros eran gente pobre y deseosos de conseguir una mejora social. Pero la codicia pudo ser controlada bastante bien desde la monarquía (dados los medios de control de aquella época). Por codicia desatada hubieran entrado en América como una avalancha, arrasando, cavando pozos y minas, para establecer factorías y volver a seguir adelante, sin roturar terrenos, tal como hicieron los fenicios de la Antigüedad o los portugueses en Africa y Brasil, o los ingleses en California y Alaska.
Entre 1492 y 1559, solo se habían embarcado hacia América 27.787 personas. Muy pocas dada la extensión de territorio reconocida, las ciudades alzadas, que lógicamente iban absorbiendo gente, las instituciones establecidas, los conventos, los colegios y las universidades fundadas, los templos construidos, etc.
El español se hacía conquistador con el deseo de convertirse finalmente en encomendero. Ejercía temporalmente el oficio conquistador con el deseo de abandonarlo lo antes posible. Sólo los fracasados continuaban con dicha profesión. Esto explica que fueran muy mal vistos a fines de la época imperial, cuando los echaban de todos sitios o les inventaban entradas para alejarles de los reinos ya pacificados.
Por codicia simplemente no se habrían dado vida a miles de pueblos organizados (todas las capitales americanas estaban fundadas antes de 1567), con todo lo que lleva anejo: la creación de instituciones y servicios, tal como hicieron los Conquistadores y Colonos españoles.
Aparte del botín, la mejor recompensa posible para el Conquistador era la concesión de un título de nobleza, junto con extensas posesiones territoriales, lo que en realidad consiguieron unos pocos. Algunos más fueron nombrados funcionarios, lo que les permitió dejar las armas y comenzar actividades más lucrativas y de menor riesgo. El cargo más deseado, Gobernador, permitió a algunos hacer fortuna para sí, sus familiares y sus compañeros de armas.
Últimos guerreros medievales, su ideal era convertirse en aristócratas semi-feudales, servidores del Rey en sus territorios y dominadores de un amplio número de vasallos y territorios. En la práctica, este esquema derivó en la encomienda, según la cual un antiguo soldado recibía del gobernador, antes su jefe, un territorio y una serie de indios que trabajarán para él y le pagarán tributo. A su lado se situó todo un conjunto de personajes, familiares, amigos, sirvientes (mayordomos, administradores, criados), un capellán, etc. A cambio, debían asegurar la paz en sus dominios, tener lista y dotada a la tropa por si fuera necesaria y pagar doctrineros que educasen a los indios en la fe cristiana.
Circunstancias y medios del Conquistador.
La superioridad tecnológica de los españoles, aun existiendo, no fue en un principio tan determinante, debiendo rápidamente adoptar algunas tácticas y conocimientos indígenas, como el más ligero escudo de cuero o el relleno de algodón bajo la coraza, muy práctico para combatir las flechas y dardos indios.
Las armas de fuego pronto demostraron su escasa utilidad en un ambiente tan húmedo, que también provocaba la oxidación de las espadas.
Mucho más útiles fueron los caballos y los perros; los primeros desataban auténtico pavor entre los indios y daban al caballero una gran ventaja estratégica, mientras que los perros, especialmente adiestrados, se convirtieron en un arma mortífera.
Los bergantines, embarcaciones ligeras y maniobrables, dieron a los españoles facilidad de avituallamiento y transporte. La superioridad de estos venía demás asentada sobre diferencias culturales, pues los europeos parecieron en los primeros momentos seres divinos o mitológicos, siendo además su objetivo la muerte del enemigo, y no la captura de prisioneros como, por ejemplo, entre los mexicanos.
Con todo, pocas fortunas se basaron en las expediciones de conquista, que las más de las veces resultaron baldías o acabaron en desastre. Los supervivientes generalmente acababan sus días como encomenderos o, los más afortunados, como funcionarios locales. Sí consiguieron beneficios algún comerciante o prestamista, por lo general asentado en España.
Además, la Conquista se hizo frecuentemente en condiciones de extrema penuria, escaseando los pertrechos y alcanzando precios exorbitantes los pocos disponibles. La carencia de bienes y productos básicos provocó la dependencia de los Conquistadores de la metrópoli, lo que ayudó a su control y fomentó su fidelidad hacia el rey.
Casos de rebelión como el de Lope de Aguirre fueron excepcionales.
La mayoría de las veces las expediciones hubieron de autoabastecerse, portando una piara de cerdos o rapiñando entre las poblaciones indígenas.
En cualquier caso siempre hubo una constante en las empresas de Conquista: el hambre.
La empresa de Conquista no hubo de resultar sencilla y por lo general no hizo ricos a los soldados a excepción de un reducido grupo como fue el caso de los Conquistadores de los imperios Azteca e Inca.
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